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Abre la puerta de la sabiduría, parte 2 de 12

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El método de transmisión del Dharma, o lo que llamamos iniciación, no es un método que inventó la Maestra Ching Hai. Es un método muy antiguo. Permítanme darles un ejemplo. Si tenemos la oportunidad de estudiar las escrituras de varias religiones, encontraremos que el tema de la iniciación se menciona en muchas de ellas. Por ejemplo, el sexto Patriarca del Budismo Zen, el Maestro Hui Neng, transmitió el Dharma a Sus estudiantes mediante el mismo método de iniciación. De manera similar, Gurú Nanak del Sikhismo, que es muy respetado en la India, también transmitió el Dharma a través de la iniciación. Si investigamos las escrituras de varias religiones, especialmente las de las grandes religiones con grandes Profetas de todo el mundo, encontraremos en ellas que la transmisión del Dharma ocurre a través de la iniciación. ¿Por qué es necesario transmitir el Dharma a través de la iniciación? ¿Por qué se llama iniciación? El Dharma no es algo que pueda explicarse con palabras o lenguaje humano. Por lo tanto, durante la transmisión del Dharma, lo que llamamos iniciación, es una transmisión de alma a alma. […]

Antes de recibir la iniciación, a los discípulos generales de la Maestra les pedimos que prometan meditar durante al menos dos horas y media al día, lo que puede parecer muy desalentador para algunos. “¿Dos horas y media? ¿Dónde encontramos el tiempo? Estaremos ocupados todo el día con el móvil, viendo vídeos o programas de televisión. ¿Qué programas hay? ¿Qué drama es entretenido?” Entonces, ¿dónde encontramos tiempo para meditar? Bueno, depende de nosotros. Si sentimos que la meditación, nuestra práctica espiritual, es lo más importante en nuestras vidas, encontraremos el tiempo. […] Pero la Maestra no nos pide que estemos sentados dos horas y media cada vez. Podemos dividir el tiempo. […]

Además, aquellos que se convertirán en discípulos de la Maestra, también les solicitaremos el compromiso de respetar los Cinco Preceptos. […]

En otras palabras, la iniciación es la apertura del ojo de la mente, o lo que llamamos el Ojo de la Sabiduría. Si estudiamos las escrituras, probablemente sepamos que el Ojo de la Sabiduría está ubicado en el medio de la frente, hacia la parte superior. Abrir este ojo de la Sabiduría nos ayuda a ver. Su efecto es iluminarnos.
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